En lo que podría ser la historia de una típica comedia romántica, cuando tenía 17 añitos, tuve un “crush” gigante con un joven y muy rubio velerista irlandés. Creo que fue la primera vez en mi entonces corta vida que rompí mi propia regla de “no me gustan los rubios”. Aunque muy románticamente prometimos encontrarnos en su próximo puerto de St. Thomas -y así lo hicimos, esta historia no tiene un final feliz porque nunca volví a saber de su vida después de eso. Y aunque él vino al Caribe en busca de aventuras, yo siempre quedé con las ganas de conocer su mítica tierra, donde debe estar el final del arcoíris, la gente supuestamente es muy suertuda (aunque una mirada profunda a la historia de la isla demostraría lo contrario), se brinda con whiskey (Sláinte!) y se encuentran tréboles de cuatro hojas: Irlanda.
Ya para ese entonces conocía a una también mítica banda de rock de Dublín, que cantaba sobre la violencia en Irlanda del Norte, mencionaban a Martin Luther King, Jr. en sus canciones y ya para mi eran ídolos: U2. O sea que ya Irlanda vivía en mis destinos soñados de visitar algún día. “Algún día” tardó un poco en llegar. Fue apenas este año que el universo se alineó para que la visita se materializara. Suponía que me iba a gustar. No anticipaba que me iba a enamorar perdidamente.
Fue casualmente que supe que unos buenos amigos estarían allá y entonces coordiné para encontrarme con ellos. Hay muchos lugares que he visitado -y disfrutado muchísimo, yo sola. Dublín es mucho más divertida con amigos (aunque me atrevo a garantizar que, aunque estés solo, harías amigos allí), así que esto fue una feliz jugada del destino.
A pesar de tener una historia complicada y sufrida, ser un país fundado por vikingos, pero al mismo tiempo, ser un país relativamente joven (se convirtió en una república independiente el 29 de diciembre de 1937), su capital Dublín es una ciudad infinitamente alegre. No importa el día de la semana que salgas a recorrer sus calles, encontrarás música en vivo de todos los estilos: típica irlandesa, hard rock, “dive bars”, música pop actual con un toque irlandés, en fin, para todos los gustos. Imperdible brindar con un buen whiskey irlandés o probar sus cervezas de fama mundial. Con esto no pretendo decir que Dublín sea sencillamente un “party town”; ¡por el contrario! Tiene una historia tan rica que se necesitan varios días para recorrer todo lo que debes conocer cuando la visitas. Y eso es solo Dublín. Si recorres la isla completa, debes visitar Cork, los acantilados de Limerick, Killarney, Blarney Castle… te pierdes en sus paisajes muy verdes y en una topografía como pocas he conocido en el mundo. Hoy les voy a contar de la capital, Dublín, cuna de músicos, dramaturgos y literatos, y Galway, ciudad costera al oeste de Irlanda que queda a unas tres horas de Dublín. ¡Me faltó tanto por conocer! Pero la primera vez que fui a Europa, el padre de una mi comadre (esas hermanas que la vida te regala), quien trabajó muchos años con su propia agencia de viajes, me dijo “Siempre ve a Europa pensando que vas a regresar. Si no, te vas a abrumar porque vas a querer ver tantas cosas, que no vas a ver nada bien”. Gracias, don Roberto, por ese buen consejo que desde entonces he aplicado.
Entonces, ¿qué hacer en Dublín? Antes de irme, le pregunté a un profesor mío de la universidad que vive en Europa y me dijo “lo mejor para hacer en Dublín es salir de Dublín”. Bueno, tengo que estar en desacuerdo. Si bien la costa oeste y el Wild Atlantic Way son paisajes realmente impresionantes, perderse por las adoquinadas calles de la capital ya es una atracción de por sí. Como para cualquier destino europeo, lleva zapatos cómodos. Para que no te pase como a mi, que le tuve que robar los tenis a mi compañera de viaje casi todos los días que estuvimos juntas. Vas a caminar y a caminar y bueno, ¡uno no cruza todo el Atlántico para ir a dormir! Lo bueno de viajar con amigos afines pero flexibles es que no necesariamente tienen que hacer todo exactamente igual, todo el tiempo. Por ejemplo, ¿saben cuál es la primera atracción turística de toda Irlanda? No, no son los Cliffs of Moher ni Blarney Castle; es el tour de la Cervecería Guinness. Dicen que es por las vistas hermosas de la ciudad que se pueden apreciar desde su terraza, pero seamos sinceros, ¡es la cerveza irlandesa más famosa del mundo! Y en Irlanda se aprecia una buena cerveza y buen whiskey. ¡Y una buena canción que hable de whiskey y cerveza! Además de zapatos cómodos, para visitar pubs irlandeses, les recomiendo aprenderse una clásica canción de The Dubliners, un grupo de folklore irlandés fundado en Dublín en 1962, responsable por dar a conocer la música irlandesa por el resto de Europa: The Wild Rover. Después de una noche en Dublín ya te sabrás el coro y cuando y cómo debes aplaudir. Y dice en parte: “I’ve been a wild rover for many’s the year / And I’ve spent all me money on whiskey and beer / But now I’m returning with gold in great store / And I never will play the wild rover no more…”. Podrías pasar noches enteras haciendo “bar hoping” en la ciudad y te garantizo que cantarás esta canción más veces de las que aceptarás recordar.
La historia moderna de Irlanda:
Esto solo a modo de trasfondo, porque la idea no es volverlos a llevar a la universidad a tomar Historia Europea, y solo para que entiendan por qué digo que Irlanda se siente como un lugar feliz, a pesar de ella misma.

Su historia es antiquísima y eso es palpable en sus calles adoquinadas, en la parte medieval de Dublín, en las ruinas de abadías medievales que puedes ver con frecuencia una vez agarras un poquito de carretera para salir de la capital. Historias gálicas, de vikingos, una inmigración de una magnitud inmensa durante el siglo 19, aún dejan huella en la Irlanda moderna. La inmigración irlandesa a Estados Unidos es uno de los fenómenos migratorios más importantes provenientes de Europa hacia América. La mayoría de esos inmigrantes fueron católicos, a pesar de que los conflictos de Irlanda e Irlanda del Norte no se han considerado de carácter religioso. Para la muestra, muchos botones: en EE. UU. se han elegido ocho presidentes de ascendencia irlandesa (piensen en el poderoso clan Kennedy); la catedral de la ciudad de Nueva York es la Catedral de San Patricio; en Boston hay un conmovedor monumento a las víctimas de la Hambruna de los 1800s. La llamada Gran Hambruna Irlandesa (An Gorta Mór, en irlandés) fue algo particularmente devastador. Las familias rurales tenían pequeños terrenos para el cultivo, que se recogía una vez al año y escasamente daba para alimentar a una familia. Entre 1846 y 1848 una plaga en los sembrados de papa acabó con 1 millón de personas. Otro millón partieron hacia Estados Unidos, Escocia, Inglaterra, Canadá y Australia, mayormente. Al día de hoy, la población irlandesa no se ha recuperado de la hambruna, y el número de habitantes de toda la República irlandesa no alcanza 5 millones de personas (antes de la hambruna, eran cerca de 8 millones de habitantes). Aunque sufrieron de discrimen, como le sucede a tantos inmigrantes (en Estados Unidos, preferían trabajadores alemanes) a su vez se formó una influyente diáspora, particularmente en los Estados Unidos. Fue aquí donde se empezó a financiar y a apoyar el movimiento independentista irlandés. En 1858, se formó una organización secreta dedicada a la rebelión armada en contra de los británicos. Pero a pesar del apoyo recibido desde los Estados Unidos, en aquella época, el movimiento separatista tenía poca fuerza. Después de la hambruna, los campesinos iniciaron una lucha para lograr derechos de posesión y distribución justa de tierras. El origen del conflicto estriba en que desde el siglo XVII, los terratenientes irlandeses eran principalmente protestantes, descendientes de ingleses y con una fuerte identidad británica. Los irlandeses reclamaban que la tierra había sido injustamente robada a sus ancestros y concedida a los ingleses de ascendencia protestante durante la conquista del país por parte de Inglaterra. La Liga Irlandesa de la Tierra se formó para defender los intereses de los agricultores. La táctica más efectiva fue el boicot (esta palabra tiene su origen en este conflicto) que los irlandeses aplicaron a los terratenientes de origen inglés, llegando con frecuencia a la violencia. En 1916, un grupo nacionalista trató de llevar a cabo una rebelión que acabó en mucha sangre derramada (para conocer más sobre esta parte de la historia, visita el museo / cárcel de Kilmainham Gail -La Cárcel. Te recomiendo separar espacio al menos 3 días antes) y que terminó en una guerra civil entre los años de 1922 y 1923. Bajo el liderazgo de Michael Collins (¿recuerdan la película de Liam Neeson?), en 1921 se estableció el Estado Libre Irlandés (¿suena familiar, amigos boricuas?), con nuevo ejército y nueva policía, esto bajo el Tratado Anglo-irlandés, que dejó al país profundamente dividido. Es ya en 1937 que se adopta la Constitución de Irlanda, en la que se establece un estado independiente, democrático y garantizando derechos fundamentales. Más adelante vinieron más conflictos que se llamaron “The Troubles” (¿recuerdan The Devil’s Own, con Brad Pitt y Harrison Ford?), una manera muy sutil de llamar el conflicto por la división de Irlanda e Irlanda del Norte, pero de eso les hablaré más adelante cuando les cuente de Belfast en una futura ocasión.
Con esto establecido, les cuento, lo primero que pude apreciar al llegar a nuestro hotel, perfectamente localizado para que la mayoría de los sitios nos quedaran a una distancia caminable (a pesar de no estar prohibido, no hay muchos choferes de Uber en la ciudad, entonces los tiempos de espera cuando pides una carrera son largos; hay una aplicación local llamada myTaxi que es donde hay más choferes afiliados y por ende las esperas suelen ser más cortas), fue el río que corre por todo el centro de Dublín, the River Liffey -el río de la vida. Hay 21 puentes sobre el Liffey, desde Chapelizod hasta el mar; algunos se usan solo para transporte público. La mayoría de los puentes fueron nombrados para honrar a los patriotas de la independencia, como Rory O’Moore y Mellows. Los puentes más modernos, como el James Joyce, tienden a honrar a escritores. Casi la mitad se construyeron originalmente en el siglo XIX. El Puente del Milenio , el más cercano a nuestro hotel, es uno de los tres para peatones, mientras que el más famoso, el Puente O’Connell, tiene cuatro carriles de automóviles.


Iglesias y Museos:
Como saben los que ya me leen, me encantan los museos y me encantan las iglesias. Y Dublín tiene buenos museos, majestuosas iglesias medievales que sirven de museo, y 3 catedrales por falta de una.
National Gallery of Ireland: La Galería Nacional de Irlanda está albergada en un edificio que por fuera no dice mucho, pero por dentro es un tesoro. Cuenta con obras de Picasso, Seurat, Monet y su obra más visitada, “La Toma de Cristo” del italiano Caravaggio. La entrada al museo es libre de costo.

Dublinia: Es una atracción histórica que recrea la Irlanda medieval y de vikingos y está localizada en una parte del Christ Church, en la parte medieval de Dublín.

EPIC: Es el museo interactivo sobre la emigración, localizado en los muelles y que cuenta la historia de la diáspora irlandesa (y está justo al lado de nuestro hotel en el Custom House Quail). Justo al frente del museo, está el monumento a las víctimas de la Gran Hambruna. Es impresionante.


Dublin Wax Museum: ¿Les he contado que soy fiel fanática de Oscar Wilde? ¡Pues aquí he visto el Oscar Wilde más feo que he visto en mi vida! No es nada del otro mundo. Verás a los dramaturgos más famosos de Irlanda departiendo con el Papa Francisco, a un robótico San Patricio hablándote, a Harry Potter y a un par de superhéroes más. Te puede divertir si estás ligeramente pasado de tragos.

Christ Church: Es el corazón espiritual de Irlanda; una iglesia medieval fundada en el año 1028, imponente por su enorme tamaño y campanario, y formalmente, la Catedral de la Santísima Trinidad y a su vez, la catedral de las Diócesis Unidas de Dublín y Glendalough y la catedral de la provincia eclesiástica de las Provincias Unidas de Dublín y Cashel de la Iglesia Anglicana de Irlanda. Aquí tuve una de las experiencias más inolvidables de mi vida: me dejaron tocar el campanario de la iglesia. ¡Y se escuchó en medio Dublín! Por 4 euros adicionales, les recomiendo el tour guiado.

St. Patrick’s Cathedral: La Catedral de San Patricio, santo patrón de Irlanda y conocido por haberle enseñado a la gente agricultura, fue fundada en el año 1191, y es la Catedral Nacional de la Iglesia de Irlanda, mas no es la silla del Obispo; esa es Christ Church. Con su torre de 43 metros (141 pies), St. Patrick’s es la iglesia más alta (no la Catedral) de Irlanda, y la más grande.
St. Mary’s Pro-Cathedral: Es la silla del arzobispo católico de Dublín. “Pro-cathedral” significa que es una parroquia que está sirviendo temporalmente como catedral, pero aún no tiene el título formal.
Trinity College y The Book of Kells: Uno de los lugares que moría por conocer en Dublín era el “Long Room” de la Biblioteca de Trinity College. La universidad fue fundada en 1592 por la Reina Isabel I, siguiendo el modelo célebres universidades británicas: Oxford y Cambridge. La biblioteca del Trinity College es la más grande de Irlanda, hogar de una colección masiva de aproximadamente 6 millones de libros y manuscritos. Para albergar su cada vez mayor colección de contenido literario, se han construido varios edificios de bibliotecas diferentes en el campus de la universidad a lo largo de los años, pero el más visitado es sin duda alguna, este, la antigua biblioteca. Construida en el siglo XVIII, es una de las atracciones turísticas más populares de Irlanda gracias a su exhibición del Libro de Kells, un manuscrito de 1,200 años que contiene cuatro volúmenes ilustrados de extravagante forma, de los evangelios del Nuevo Testamento y es considerado el mayor tesoro nacional de Irlanda. El libro es la antesala a la biblioteca. Las paredes oscuras, con paneles de roble, un elegante techo abovedado, dos niveles de estanterías de piso a techo que contienen 200,000 de los libros más antiguos y valiosos de la biblioteca, es un ensueño para cualquier amante de los libros. Con una longitud de más de 200 metros, el llamado Long Room también cuenta con una gran colección de bustos de mármol de algunos de los filósofos y escritores más brillantes de la historia, así como una de las tres arpas más antiguas de Irlanda.




Destilerías y Cervecerías:
Si esto es tu interés primordial (¡nadie te juzga!), puedes tomar un tour, Brewery Hops Tours of Ireland. Si eres un turista promedio, los más conocidos son los de la Cerveza Guinness y el Whiskey Jameson (pronuncie “yeimson”, no “yeim-i-son” y ahórrese vergüenzas).
Temple Bar:
Reconoceré mi ignorancia públicamente. Pensaba que Temple Bar era el célebre pub dublinés, ese edificio rojo que se ve en postales y es como una parada imperdible (aunque pagues 2 euros más por un whiskey); ese es The Temple Bar Pub. Temple Bar es el barrio donde éste se encuentra localizado. Es definitivamente una de las partes más concurridas de la ciudad, y por Dios, ¡no te la pierdas! Aunque te digan que está repleto de turistas. Las calles peatonales adoquinadas y los edificios de colores brillantes son realmente encantadores, independientemente de la cantidad de gente que pueda haber. Encontrarás música en vivo cualquier día de la semana. Si eres como yo y parte de la diversión de tu viaje es tomar fotos y quieres evitar las multitudes, camina por el área a primera hora de la mañana (antes de las 8:30 am) y podrás explorar el área por tu cuenta. Aquí se encuentra el hotel de Bono, Clarence House (por su puesto que allí estuvimos), pubs para todos los gustos, discotecas muy chic y muy europeas, los pubs más antiguos de Dublín, murales honrando cantantes y dramaturgos, galerías de arte y restaurantes.

Monumento a Oscar Wilde:
Oscar Wilde es uno de mis dramaturgos favoritos, no solo por su obra literaria, la cual mi madre me enseñó desde pequeña, sino como personaje histórico. Excéntrico, dramático, tuvo que cumplir prisión por el simple hecho de ser homosexual en la época victoriana. En Londres hay un festival de teatro en su honor todos los años en el West End. Una vez que estuve en París, me quedé en el hotel donde murió, y estuve en el Pere-Lachaise, donde sus restos descansan en un mausoleo en forma de esfinge egipcia y lleno de besitos rojos. El monumento, localizado en Merrion Square, es una colección de tres estatuas, que conmemora al poeta y dramaturgo. Cuando se inauguró el monumento, realizado por el artista Danny Osbourne, en 1997, era la primera estatua en conmemorar a Wilde en su tierra natal, quien había muerto 97 años antes. Recibió elogios casi unánimes por los materiales utilizados y por su ubicación casi al frente de su hogar de infancia en el número 1, de Merrion Square. La elección de pose para Wilde, que evoca imágenes de “masculinidad feminizada”; el uso del color para este colorido personaje, y su mirada dirigida al torso masculino desnudo, se unen con nuestro conocimiento de su homosexualidad. Se dice que, en consecuencia, podría verse un énfasis excesivo en su sexualidad en este trabajo. Sin embargo, fue justamente Irlanda el primer país europeo en aprobar el matrimonio igualitario. ¡Bien por Irlanda!
Dijo alguna vez Wilde, “puedo resistir todo menos la tentación…”.
Day trip:
Galway y los Acantilados de Moher. Al oeste de la isla están los famosos Cliffs of Moher. Los acantilados con un geo-parque de la UNESCO que es realmente impresionante. Creo que ninguna de mis fotos les hace justicia. Para esta visita, tomamos un tour saliendo de Dublín, con un guía que era parte guía turístico, parte rockstar, que nos cantó “Brown Eyed Girl” en el bus de camino (del irlandés Van Morrison), y nos enseñó a hacer correctamente los ‘claps’ de The Wild Rover (después no los fallamos en ningún pub). De camino a los acantilados, hicimos una parada en las ruinas de la antigua abadía de Kilmacduagh, pasamos por un pueblito donde todos los años hacen un match-making festival (escogen a una persona anualmente para que presente solteros en el pueblo; entre los años ’60 y ’70 se volvió un poco, ejem, WILD; ahora está más dirigido a personas mayores en busca de pareja). Y por fin llegamos. ¡Wow! Realmente te dejan sin aliento. Los acantilados fueron el sitio de un gigantesco delta de un río y se formaron hace unos 320 millones de años. Sus rocas más antiguas están al fondo y se levantan unos 214 metros (702 pies). Han aparecido en una de mis películas favoritas, The Princess Bride (1987), como los “cliffs of insanity”, y como la cueva Horcrux en Harry Potter and the Half-Blood Prince (2009) y Leap Year con Amy Adams (2010), entre otras.
De regreso, hicimos una parada -supuestamente corta, pero a mi casi me deja el bus, para ver mejor una parte del Wild Atlantic Way, una ruta turística de 1,553 millas que recorre nueve condados y se ve árida, rocosa, gris y como bien su nombre lo dice, salvaje; con vacas o ovejas muy peluditas y llegar a Galway.Galway es una encantadora ciudad portuaria donde el Río Corrib se encuentra con el Atlántico. En el centro de la ciudad está la Plaza Eyre, que data del siglo XVIII y es un punto de encuentro rodeado de tiendas y pubs tradicionales. Aquí nuestro guía rockstar nos dijo que Ed Sheeran filmó su video de Galway Girl, en O’Connell’s Pub. Por su puesto que allí nos tomamos un whiskey antes de emprender el viaje de 3 horas de regreso a Dublín.
Finalmente, algo que sí es sumamente turístico pero nos sentimos en la obligación de ver, es un tradicional show de River Dance, el tradicional baile con música irlandesa. El más conocido es el del Arlington Hotel, cerca del Puente O’Connell, y que te incluye cena de tres cursos. Los tragos son aparte.
Dato curioso que supe luego de mi regreso: los restos de San Valentín, el santo patrón del amor, descansan en la capital irlandesa, en la Iglesia de Whitefiar. San Valentín fue ejecutado en Roma en Siglo III, pero como a los católicos nos encanta el morbo con las reliquias de santos, en 1835 un buen cura irlandés le pidió al Vaticano exhumar los restos del santo para llevarlo como obsequio a sus compatriotas. Ahora, se ha vuelto lugar de peregrinaje para irlandeses que necesitan una ayudita adicional en esos complicados menesteres del corazón. No, yo no estuve allí.
Notas:
- El tour a Galway lo hicimos con McCool Finn Tours; ¡recomendados!
- Nos quedamos en el Custom House Hilton Garden Inn; excelente servicio y localización.
Me ha encantado, y super completo ahora tenemos que ir y que fuerte la frase de tu profesor jejeje
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Jaja! Sí, la verdad a mi me encantó Dublín y estoy loca por volver
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Aunque entiendo que la belleza de la topografía en el resto del país, impresiona muchísimo también. Saludos!
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Me encanta esta información por que no nos quedamos cortos de nada! Muy completa ❤️ Gracias 🙏
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Gracias!
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tengo tantos destinos pendientes a los que ir…. Dubñin me apetece mucho pero casi me espero a que sea verano jejeje
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Sí es friito en esta época! Pero el invierno también es muy encantador 🙂
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Ahhh siempre he oido hablar de la belleza de Irlanda, Dublin esta definitivamente en la lista de cosas que tengo que hacer!
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Además de hermoso, gente infinitamente amable!
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