Hoy hice una visita que no hacía desde que tenía como 12 años que vine con mis tías Stella y Beatriz, la Basílica del Señor de los Milagros de Buga. Lugar de peregrinación de fama mundial donde el fenómeno de la fe se ve y se siente así no seas católico. Mi familia tiene especial parcialidad hacia el morenito Milagroso, y su historia es la siguiente:Una indígena estaba lavando ropa en el Río Guadalajara para poder comprar un nuevo cristo, el cual pagaría con los jornales. Un día, al ver que un vecino iba a la cárcel por una deuda que no había podido pagar, decidió cubrir la deuda del hombre para que lo dejaran en libertad; en otra ocasión, en el río que la indígena visitaba haciendo su labor, vio un objeto brillante que bajaba por el río. Era un crucifijo el cual llevó a su casa y que puso en medio de las aguas en un altar y al día siguiente cuando se despertó describió que la figura había aumentado hasta llegar al tamaño actual (1,3 metros, sin la cruz).
El Santo Cristo empezó a llamarse “Señor de los Milagros” a raíz de un curioso (milagroso?) episodio que se dio en 1605. Empezaron a surgir muchos rumores de que la imagen tenía algo que ver con brujería y la diócesis ordenó que se quemara. A mitad de proceso, la imagen se puso a sudar copiosamente, sudor que fue recogido por la gente en copos de algodón, que logró sanar males; de inmediato el Cristo fue bajado del fuego. En 1884 cuando los misioneros Redentoristas llegaron a Buga, Valle para hacerse cargo de la Ermita y del culto que allí se celebraba, era vox populi la narración sobre el hallazgo en las aguas del Río Guadalajara, entonces fue adecuada una Ermita. Un terremoto la destruyó y luego de esto, fue llevado hasta Buga en donde hoy en día hace parte de la Basílica de Buga.